La modelo se mudó a los Estados Unidos con su familia y comenzó un nuevo proyecto de vida.
Hace un tiempo ya que Rocío Guirao Díaz y su familia se mudaron a los Estados Unidos por el trabajo de su esposo, Nicolás Paladini. Alejada de la exposición mediática y las cámaras de televisión, la modelo encontró una nueva pasión a la cual dedicarse: es instructora de yoga.
En diálogo con La Nación, Rocío Guirao Díaz contó cómo es su rutina: «Entreno con una de mis mejores amigas, Caro Suki, que es personal trainer y tiene su metodología y yo me enganché. Un día decidimos crear nuestra propia app y hacemos una buena combinación porque ella es profesional y yo tengo mucha exposición y entreno de manera genuina. Lo compartimos a muchas mujeres que siempre nos escriben», expresó.
Luego, agregó: «La aplicación es muy completa y ahora le sumamos yoga porque hice el profesorado. Fue una experiencia alucinante estudiar a los 38. Pensé que no iba a absorber la información (risas), pero funcionó re bien. Y además de agregar ese contenido a la aplicación, me dieron ganas de dar clases en vivo porque en el profesorado aprendí a enseñar. La app es Playbook y cuando preguntan qué entrenador quieren, tienen que poner mi nombre».
Por otro lado, habló de lo mucho que disfruta esta nueva faceta en su vida viviendo en los Estados Unidos. «Lo disfruto un montón. Es una emoción nueva porque nunca había enseñado nada, más que a mis hijos. Me encanta y es una herramienta sanadora en la que a veces me emociono hasta las lágrimas con el feedback de las clases. Es realmente muy bonito. Una veta muy nueva de mi vida. Doy las clases en una playa de Key Biscayne, por las mañanas. Se armó un grupito hermoso, de casi todas argentinas recién emigradas. Es una comunidad muy divina de mujeres que quizá estaban un poco solas y que les gusta lo mismo», explicó.
Por último, Rocío Guirao Díaz detalló cómo surgió su etapa como profesora: «Estoy hace tres años y esto sucedió ahora. Vine con una visa de trabajo de talento extraordinario. Al principio me conecté mucho con volver a encontrarme conmigo porque tenía tiempo para mí. En la Argentina, en cambio, trabajaba muchas horas. Entonces, ya con tiempo, empecé a hacer todas las cosas que me gustan. Todo se fue dando naturalmente. Son etapas, ninguna es igual a la otra. Soy muy aventurera y Nico también. Nos gustan los cambios y cuando surge esa posibilidad no nos da miedo, al contrario, nos divierte. Tenemos un gran poder de adaptación y nuestros hijos mamaron eso».