La dueña de un local de pastelería ideó la manera de colaborar con personas que se acercan a pedir algo para comer.
En medio de la difícil situación económica que aqueja a La Falda, Córdoba, y a todo el país, una joven emprendedora ha decidido hacer su aporte para ayudar a quienes más lo necesitan. Brenda Conti, de 26 años y propietaria de la panadería Choco Vainilla ubicada en Carlos Gardel 134, ha puesto en marcha una iniciativa solidaria que está conmoviendo a la comunidad local.
«Ante tanta necesidad de mucha gente, que viene a pedirnos algo para comer, sobre todo niños, decidimos poner una cajita afuera para que quienes realmente necesiten se sirvan una bolsita sin vergüenza», explica Brenda. La caja contiene bolsitas con pan, facturas, criollitos y otros productos, ofreciendo así una especie de «viandita de panadería» para aquellos que lo requieran.
La iniciativa surgió hace un par de semanas cuando Brenda se enfrentó al sobrante de mercadería del día anterior. En lugar de dejar que esos alimentos se desperdiciaran, decidió ofrecerlos de manera gratuita a quienes los necesitaran. Desde entonces, la caja siempre queda vacía, mostrando la demanda real que existe en la zona.
Lo que hace aún más noble este gesto es que Brenda no elabora el pan en su panadería, sino que lo compra. «Cuando no queda como para poner en las bolsitas, con mi familia ponemos un poquito cada uno y compramos uno o dos kilos más de pan para que siempre haya en la caja», explica.
Brenda, quien vive con su pareja y dos hijas en Villa Giardino, a unos 20 minutos del local, reconoce que su gesto no es porque le sobre, sino porque entiende la situación de las personas necesitadas. «No es que a mí me sobre, todo lo contrario, pero entiendo la situación de las personas. Hay quienes realmente sienten mucha vergüenza por tener que pedir para comer, que cuentan llorando que no tienen nada para comer… ¿Cómo no ayudarles con lo que está a mi alcance?», reflexiona.
Desde que la historia de Brenda se hizo conocida, ha recibido elogios y apoyo de la comunidad, pero también algunas críticas injustas. «¡Lo hacés porque a vos te sobra!», le han retrucado, a lo que ella responde enfáticamente: «¡La verdad que nada que ver! Estoy peleándola día a día como cualquier otro comerciante y nada me sobra».
La empatía de Brenda ha generado un impacto profundo en La Falda, donde muchas personas están agradecidas por su gesto solidario. «Es increíble. Muchos son niños. En la ciudad hay de todo, como en todos lados, creo. Hay gente que realmente necesita y se les nota, pero desde que puse ese banquito lo veo más de cerca», comenta emocionada.
Con la esperanza de que su pequeño gesto siga ayudando a quienes lo necesitan, Brenda continúa su labor diaria en la panadería, demostrando que la solidaridad y la empatía son más necesarias que nunca en tiempos difíciles.
