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Qué es la carne cultivada en laboratorio y qué beneficios o desventajas tiene

Cultivar proteínas animales para nuestra alimentación presenta ventajas e inconvenientes. En este artículo listamos los pros y los desafíos de esta tecnología, así como las diferencias entre proteínas vegetales y animales

Se trata de carne in vitro, carne creada a partir de las células madre del tejido de los animales. Se deja que las células se multipliquen y desarrollen en un ambiente propicio igual que lo harían si estuvieran formando parte del tejido del animal.

Por tanto, no estamos hablando de una falsa denominación, como la carne vegetal o la leche de soja, que no son ni carne ni leche en realidad. Pese a que algunos la definen como carne artificial, el resultado aquí es carne real, parecida a la que podría obtenerse tras sacrificar al animal. En este caso, sin embargo el animal no sufre ningún daño.

La carne cultivada en laboratorio requiere entre un 7 % y un 45 % menos de energía, emite hasta un 96 % menos de gases de efecto invernadero y emplea un 99 % menos de tierra que la que procede de la ganadería tradicional. Pero no todo son ventajas. En las siguientes líneas enumeramos los principales pros y contras de cultivar proteínas.


Ventajas de cultivar proteínas

En comparación con la carne tradicional, la carne de laboratorio es:

Más saludable. Al cultivarse a voluntad, se pueden modular los nutrientes que pueden generar problemas, como la grasa saturada o el colesterol.

Más segura. El riesgo cero de infecciones y zoonosis con la carne animal no existe. Esto hace imprescindible el uso de antibióticos, cuyo abuso durante años ya genera resistencias antimicrobianas. Con la cultivada ese riesgo desaparece.

Más limpia. Se reducen las emisiones de gases de efecto invernadero. En la actualidad, los gases de la ganadería suponen el 14,5 % del total que llega a la atmósfera.

Más ética. No hace falta sacrificar al animal, con lo que se alinea el bienestar animal con las necesidades humanas.

Más versátil. Tiene múltiples presentaciones y se puede comercializar en muchos formatos, como lonchas, albóndigas o nuggets.

En parte, más rentable. Sin piel, huesos o vísceras, el resultado es carne 100 % lista para comercializar. Desaparecen los gastos veterinarios y en alimentación del ganado, y se reducen los de transporte y almacenaje.

Desventajas de cultivar proteínas

Cultivar proteínas (y comercializarlas) tiene algunas desventajas. Entre ellas:

Es más costoso. Las inversiones para investigación y desarrollo son millonarias.

Requiere escalabilidad. Hace falta desarrollar plantas industriales capaces de conseguir cantidades que permitan una producción masiva que la haga rentable.

Hay vacíos legales. Aún no hay una regulación que permita su comercialización y nomenclatura. El sector cárnico tradicional lo ve con inquietud. Si en 2020 intentó sin éxito que el Parlamento Europeo prohibiera el uso del término “hamburguesa vegetal” para las realizadas sin carne, es de prever movimientos similares para las proteínas cultivadas.

Hay barreras culturales. La inercia a desconfiar de lo desconocido por parte de los consumidores, aunque cuente con todas las garantías de seguridad alimentaria.

Las texturas son limitadas. Solo se pueden elaborar productos a partir de trozos pequeños de carne. Esto descarta muslos de pollo, chuletas o entrecots.


Diferencias entre la proteína vegetal y la proteína animal

Nutricionistas y expertos en seguridad alimentaria recomiendan combinar la proteína animal y la vegetal para una dieta variada y saludable. La proteína cultivada vendría a ser un punto de encuentro entre ambas y perfectamente compatible con las dos para convertirse en una tercera fuente de proteína.

Carne de laboratorio: ¿Cómo será nutricionalmente?

El contenido nutricional de esta carne de laboratorio dependerá de muchos factores, como el tipo de carne que se quiere conseguir, la clase de células que la constituyan o la presencia de otros componentes que se añadan al producto final.

¿Hay opciones veganas?

Los veganos más estrictos no aprueban los alimentos desarrollados con proteínas cultivadas porque, en origen, hay que extraer las células de un animal. No obstante, existen alternativas completamente vegetales aptas para ellos:

Vegetales

Son productos proteicos realizados con ingredientes vegetales, pero con apariencia, textura y un sabor aproximado a ciertos productos cárnicos, como hamburguesas, palitos de pollo o salchichas. En este grupo están las hamburguesas de guisantes, aceite de coco, cebolla en polvo y arroz de Beyond Meat o la de soja de Impossible Foods.

Otras trabajan sobre nuggets de pollo a base de plantas o pasteles de cangrejo, pescado o hamburguesas con sabor a pescado, pero vegetales. Pese a tener un menor impacto medioambiental, se trata de alimentos altamente procesados, por lo que no son interesantes desde el punto de vista nutricional.


Fermentadas por microorganismos


Es el caso de las micoproteínas producidas a partir de la fermentación de hongos modificados genéticamente que crecen en biorreactores en condiciones controladas, para que sean capaces de producir la proteína necesaria.

Tienen una ventaja sobre las de los vegetales, ya que son alimentos ricos en antioxidantes. En su contra, los alimentos modificados genéticamente suscitan recelo en una parte de los consumidores.

Un ejemplo de este tipo de proteínas es Fy Breakfast de Nature’s Fynd, con empanadas de desayuno sin carne originales y queso crema sin lácteos.