Se creó para que los hijos de militares que eran trasladados al exterior no perdieran su regularidad escolar, y en la actualidad tiene 900 alumnos
Juan Martín Del Potro, Lali Espósito, Eugenia Suárez, el tenista Guido Pella y la remera María Sol Ordás son algunos de los alumnos más “famosos” que pasaron por el Sistema de Educación a Distancia del Ejército Argentino (SEADEA). Para quienes por sus actividades no pueden asistir al colegio en forma presencial, esta modalidad de educación a distancia tiene más de 30 años, está entre las más elegidas.
El SEADEA funciona desde 1989 y en un principio nació para los hijos de militares que eran trasladados al exterior para que no perdieran su regularidad escolar. Mas tarde, a partir de diferentes convenios se abrió al público en general y hoy tiene 900 alumnos entre hijos de civiles y militares, repartidos en el país y también en el resto del mundo, desde Rusia, Japón, África, la Antártida o en el medio del océano.
“El servicio empezó a abrirse a la comunidad hace unos 25 años, cuando comenzaron a ingresar hijos de familias que se iban a vivir temporalmente al exterior porque sus padres eran enviados por trabajos en empresas multinacionales”, señala Mariana Amenedo, coordinadora académica del SEADEA. Sin embargo, asegura que el ingreso masivo de alumnos fuera de la fuerza se produjo en 2002, cuando comenzó sus estudios el tenista Juan Martín Del Potro. “Él vivía en el exterior debido a su crecimiento deportivo y, a partir de ese momento, comenzó la firma de convenios de cooperación académica en primer lugar con la AAT (Asociación Argentina de Tenis) y, más tarde, con diferentes instituciones como ISTC (Instituto Superior de Arte del Teatro Colón), el ENARD (Ente Nacional de Alto Rendimiento Deportivo), Club Atlético River Plate, la Academia Javier Mascherano, y la CRA (Confederaciones Rurales Argentinas), para chicos que viven en zonas rurales”, explica Amenedo.
Si bien la Ley de Educación Nacional no permite la escolaridad a distancia en menores de edad, la propuesta de la SEADEA es la única avalada por el Ministerio de Educación de la Nación y cuenta con una propuesta de nivel inicial (sala de cinco años), primaria y secundaria en dos modalidades: economía y administración y Ciencias Sociales. “Tenemos el mismo plan de estudio de los liceos militares, los chicos cursan a distancia de manera asincrónica y son seis años de primaria y seis de secundaria”, asegura.
La cursada se realiza a través de la plataforma Moodle, pero Amenedo aclara que no se trata de una clase virtual. “En nuestro caso, no es como ocurrió durante la pandemia cuando muchas escuelas pasaron a dar la clase que daban en el aula por Zoom, eso no es educación a distancia. Nosotros tenemos un material desarrollado especialmente por los docentes para que los alumnos lo aprendan en forma asincrónica, ya que tenemos alumnos en China, en España y en Argentina”, dice. “Por ejemplo, un chico que es deportista de alto rendimiento y entrena doble turno, no le puedo poner una clase virtual a las 8 de la mañana porque tampoco la va a poder hacer”, añade.
Tal es el caso de Camilo Ugo Cabarelli, tenista, que cursó los dos últimos años del secundario en el SEADEA. “Decidí esa modalidad, porque me era muy difícil asistir a clases. El último año en el que hice el colegio en forma presencial tuve 93 faltas y cuando terminé vino la directora y me dijo que próximo año iba a estar muy difícil si volvía a ser así”, explica. En cuanto a su experiencia, considera que fue muy buena, “la modalidad del sistema a distancia me ayudaba mucho a realizar mi actividad deportiva a un nivel mucho más profesional ya que podía ir a entrenar a la mañana y a la tarde”, asegura. Por estos días, Camilo estudia Negocios Digitales, también a distancia, en la Universidad de Palermo, pero recuerda que tuvo una buena experiencia con el SEADEA. “Era muy simple acceder al contenido y uno se organizaba para estudiar cuando podía. Luego tenía que ir a rendir en forma presencial en una determinada fecha, el aprendizaje dependía mucho de cada uno”, explica.
El programa tiene dos turnos de exámenes integradores, uno en junio y otro noviembre, los alumnos que están en el exterior los envían por correo y los que están en Argentina lo rinden en forma presencial -el SEADEA tiene sedes de evaluación en Córdoba, Mendoza, Santa Fe, y en Capital Federal. “Es increíble ver que los chicos se encuentran al momento del examen y se conocen aunque no se hayan visto, porque lo primero que hacen apenas toman contacto es hacer grupo de Whatsapp”, dice Amenedo.
En cuanto al costo del programa, la coordinadora académica del SEADE, asegura que es anual, pero muy accesible, y diferenciado de acuerdo a la categoría de cada alumno: hijos de militares, alumnos por convenio, alumnos particulares: en todos los casos, hay descuento por hermanos.
Libertad y acompañamiento
A través de una plataforma, los alumnos acceden a los materiales y actividades planteados por los docentes, pero también a distintos foros en donde intercambian consultas y preguntas entre ellos y con los profesores. Incluso los profesores están atentos a las dudas que puedan surgir y tienen vía directa de comunicación con los alumnos para despejarlas. “Este sistema les da a los chicos una autonomía de estudio muy importante porque estudiar a distancia no es fácil, incluso les sirve para encarar estudios superiores”, dice la coordinadora académica.
Coincide Laura Minniti, mamá de Pilar Policano, una jovencísima violinista de 14 años, que recientemente debutó como solista en el Teatro Colón. Pilar empezó a cursar bajo esta modalidad durante este año, su tercer año de la escuela secundaria. “Nos decidimos por el SEADEA porque ella tiene una actividad muy intensa tanto de estudio como de viajes. Este año estuvo la mitad del tiempo fuera de Buenos Aires tanto en Europa, Estados Unidos o en el interior del país con motivo de sus conciertos. Asistir a una escuela presencial es imposible, a la segunda semana se hubiese quedado libre y, por otro lado, ella necesita poder manejar sus tiempos”, explica Laura, que destaca la libertad que le da este sistema a su hija y, a la vez, el apoyo y acompañamiento que le brinda la institución.
“Le encuentro un montón de ventajas, primero por la posibilidad que tienen de organizar sus estudios y tener el acompañamiento de los profesores al momento de hacer sus tareas. Tienen libertad pero no están solos y esa es una ventaja enorme”, aclara.
También es posible aprender desde el medio del mar, tal como sucede con los hijos de Virginia Britos y Ezequiel Carballo, quienes a principios de año decidieron emprender un viaje en su barco desde la Argentina hacia el mundo. Anclados en las costas de Río de Janeiro, por estos días, siguen con las clases para sus hijos, Aquiles y Ulises, de cuatro y cinco, a bordo. Ulises, el más grande, cursa sala de cinco años por el programa del SEADEA. “Decidimos esta modalidad porque vamos a estar viajando y cambiando de lugar muy seguido y nos resulta. Si bien a todos nos gustaba más el año pasado cuando los chicos iban a un colegio en Buenos Aires, nuestro viaje y aventura compensan el hecho de que no tengan compañeritos de colegio y nosotros como papás tengamos que dar clase”, explica Virginia.
Por otra parte, considera que, desde el punto de vista académico, Ulises aprende más de lo que se aprende en un colegio. “Nos falta el aprendizaje social de pertenecer a un grupo. Para compensar esto, aprovechamos cada oportunidad para que los chicos puedan interactuar con otros niños. Nuestros hijos son muy desenvueltos y sociables”, señala. Para Virginia, la principal ventaja es que el sistema le permite continuar con la educación de sus hijos mientras viaja por el mundo, la desventaja es que no tienen un grupo de pertenencia fuera del núcleo familiar.
Una reflexión similar sobre los aspectos positivos y negativos del sistema es la de Cabarelli quien asegura: “la ventaja que le encuentro, en mi caso, es que realmente pude concentrarme al 100% en mi carrera deportiva, ya que le dedicaba todo el día. La desventaja fue que a mí me gustaba mucho el colegio, estar con mis amigos, tener una vida normal como cualquier chico de esa edad. Y eso un poco lo perdí, pero por lo menos pude terminar el colegio secundario y ahora estoy estudiando una carrera en la facultad”, admite.
“Personalmente, me parece una muy buena opción para los chicos que por distintos motivos no pueden asistir a la escuela en forma presencial, destaco el acompañamiento y apoyo permanentes”, finaliza la mamá de Pilar.
FUENTE: La Nación