El Xeneize se impuso por actitud y marcó la diferencia en el segundo tiempo gracias al gol de Darío Benedetto. Así, quedó a apenas dos puntos de Atlético Tucumán, líder de la Liga Profesional.
El local salió decidido a hacer suyo el clásico. Con sacrificada presión de los dos delanteros más Ramírez en la salida y mucha actitud, se posicionó por largos tramos en campo contrario, una situación a la que el Millonario no está acostumbrado. No obstante, a partir del 5-3-2 que pergeñó Gallardo, buscando descansar en la amplitud del campo con el pasaje de los laterales, la visita consiguió algunas vías de escape al asedio. Y con los dos delanteros (Suárez y Solari) por momentos mano a mano con los centrales de Boca, quedó un par de veces a centímetros del quiebre.
La primera oportunidad clara del encuentro fue para la Banda: a los 6 minutos, Quintero ejecutó un córner desde la derecha y Mammana anticipó en el primer palo, forzando un atajadón de Rossi sobre la línea del arco. El Xeneize inquietó con los balones cruzados, la pelota quieta, la gambeta de Langoni o con un astuto Ramírez. En general, fue quien dictó los lineamientos del duelo, ante un River incómodo, más allá de la amenaza de sus atacantes.
En su plan, el Muñeco casi que prescindió de la batalla del mediocampo. Y no halló cómo hilar pases desde el fondo. Más allá de que River no fue avasallado, se vio obligado a jugar bajo los parámetros de Boca. Así se esfumó el primer tiempo, con pocas emociones, pero que seguramente habrá dejado pensando al DT visitante.
Por cuestiones físicas y tácticas, Gallardo movió la estantería. Mandó al campo de juego a Aliendro, Barco y Borja por Herrera, Quintero – lesionado- y Solari. Los primeros 15 minutos del complemento fueron ordinarios, casi sin aproximaciones, en un concierto de roces. A los 18, el dueño de casa sacudió la abulia con un remate de aire de Pol Fernández que Armani arrojó al córner a un guante.
Y de ese tiro de esquina, a los 19, Benedetto se elevó entre Mammana y Pinola (detrás, Enzo Pérez perdió a Rojo, quien se había sumado al tren) y su cabezazo se encontró con la red y le otorgó el tan ansiado desahogo. Dos gestos marcaron su festejo: uno, indicando que «sigan hablando», después de lo sucedido con su pelea con Zambrano y tras la eliminación de la Copa Libertadores; el otro, indicando que posee altos niveles de testosterona.
El grito rival acentuó la desorientación de River, que dispuso más de la pelota, con libertad hasta mitad de cancha o hasta tres cuartos, pero sin profundidad, por lo que se repitió en pases laterales o imprecisiones y terminó en centros poco fértiles. De contra, Boca pudo volver a golpear, como en el taco de Benedetto para habilitar a Pol Fernández, que remató alto.
A la hora de repasar el historial, hay que decir que Boca y River se enfrentaron en 203 oportunidades en la Era Profesional: hubo 74 triunfos xeneizes, 66 millonarios y 63 empates. Los últimos dos superclásicos disputados en la Bombonera fueron sin público debido a la pandemia del coronavirus (ambos terminaron igualados, aunque el dueño de casa avanzó en penales en la Copa de la Liga 2021 en uno de ellos). La última vez que se midieron en ese reducto fue por la revancha de las semifinales de la Libertadores 2019, cuando Boca se impuso 1-0 pero quedó eliminado por el 1-2 del global.
Desde que Juan Román Riquelme es dirigente boquense, se jugaron seis superclásicos: 1 triunfo de Boca, 1 de River, 2 empates y otras 2 igualdades pero que terminaron con victoria xeneize en penales. Gallardo, desde que es entrenador de River, cosechó 8 victorias, 11 empates y 6 derrotas independientemente de clasificaciones y eliminaciones en copas locales e internacionales.