Lorena Melantoni, empleada judicial, dedica sus fines de semana -y su salario- a un santuario para alojarlos.
«Soy una opción para los caballitos viejos, los caballitos con discapacidad, los caballitos amputados, los caballitos tuertos que nadie se quiere llevar en adopción», dijo Melantoni. «Se quedan conmigo desde que ingresan hasta el día que se van (mueren)», agregó.
En La Plata, a unos 50 km de Buenos Aires, el refugio «Soñemos Esperanza» provee un lugar para los caballos sin hogar, explicó Melantoni, quien agregó que muchos llegan luego de sufrir una crueldad terrible.
Melantoni tiene organizado el refugio en corrales con caballos separados especialmente según patologías y el carácter de cada animal y realiza visitas guiadas con el fin de recaudar fondos, ya que no recibe ayuda de organismos oficiales.
Baco, un caballo que tiraba de un carro en las afueras de Buenos Aires, fue encontrado desnutrido y herido. «Como estaba exhausto terminó tirado en una zanja. Y los supuestos propietarios, como no se levantaba, lo molieron a palos y le fracturaron la columna», contó Melantoni.
» Los rescatamos de la miseria humana «», dijo la empleada judicial, que contó que ayudar a los caballos le brinda una recompensa personal especial.
«Espero toda la semana para poder venir a verlos», dijo Melantoni. «Ansío que llegue el sábado y poder verlos. Llego y el olerlos, el abrazarlos, el besarlos, ya me voy tranquila, me voy contenta y digo: «Bueno, listo, ya tuve mi semana», añadió.