Mientras se encontraba limpiando el cantero del patio de su casa ubicada en la localidad de Yapeyú, Corrientes, un hombre se topó con la presencia de un sapo cururú (Rhinella diptycha) que le llamó la atención por su gran tamaño, pero no por su presencia ya que, según comentó a El Litoral, está habituado a verlos con asiduidad en su vivienda.
“Ya hay unos cuantos sapos en mi patio, y se ve que como comida no les falta eligen mi casa», explicó Enzo Edgardo Ferreyra, un usuario del sitio ArgentiNat que ya lleva registrado más de 1.600 observaciones de casi unas 800 diferentes especies.
«Ver un sapo en nuestro jardín es síntoma de sanidad, de vida y fortaleza de nuestro jardín. Tenemos que aprender a no tirarles sal, ni creolina ni lavandina, porque tienen una piel permeable, y que pueden absorber cualquier cosa que se les tira», agregó Ferreyra.
El cururú es la especie de sapo nativa más grande de la Argentina, ya que pueden llegar a pesar hasta un kilo y medio. Además, al contrario de la mayoría de los sapos, prefieren la tierra al agua y tienen un papel ecológico muy importante ya que se alimentan de toda clase de insectos.
“Detrás de sus ojos y de sus tímpanos, tiene unas glándulas paratoides que segregan una toxina, una sustancia lechosa y viscosa, que puede ser tóxica para los perros. Pero esto solo sucede cuando los perros tienden a morderle, porque esa secreción sale si es apretado», explicó Nora Frank, titular de la Fundación Ñacaniná.
«Hay que aprender a adaptarnos a convivir con ellos, sacando lo estético, ya que es difícil conectar con un sapo y con los anfibios en general. Todo el mundo piensa que son feos y hay que empezar a verlos más como amigos más que como enemigos», agregó la herpetóloga.
Por último, Frank dio por tierra con varios mitos populares acerca de los sapos en general. «Dicen que te mean en dirección a los ojos y te dejan ciego, mentira, eso es imposible porque ellos orinan en defensa, cuando se sienten acorralados primero se hinchan y luego orinan, pero lo hacen para abajo. También dicen que escupen veneno, mentira; que si los tocas en las verrugas te salen verrugas también, mentira, y que si aparecen en tu casa te va a pasar algo malo; mentira, ellos tienen ese peso cultural y religioso, le pasa lo mismo a las serpientes y a los murciélagos”, concluyó Frank.