Diario Digital Nea Información General ¿El fin de las democracias? Por: Aníbal Zimerman
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¿El fin de las democracias? Por: Aníbal Zimerman

El politólogo estadounidense, Francis Fukuyama, llamó la atención de la opinión pública mundial cuando en 1992 escribió que estábamos en presencia del fin de la historia.


No es mi objetivo en esta nota de opinión presentar mi posición al respecto, pero no puedo soslayar el hecho de que el título me resultaba inquietante, y me había dejado serias dudas acerca del devenir de la historia.

Conocer los derroteros que tomará la humanidad en su conjunto es imposible, pues la historia se desarrolla por las acciones de los hombres, las motivaciones de las acciones de los seres humanos son impredecibles.

Si bien en la actualidad la introducción de la psicología de masas, la informática, la nanotecnología y el descubrimiento de ciertos patrones de comportamiento químicos ayudarían a predecir algunos movimientos humanos, aún estamos lejos de conocer con anticipación y con un grado de certeza alto las reacciones de las sociedades.

Pero volvamos al núcleo de opinión. Si bien está íntimamente conectado con esta breve introducción, las grandes ideologías fueron y son en la actualidad —hasta que no aparezca nada nuevo— el liberalismo, el fascismo y el comunismo. Las demás posiciones son desprendimientos de estas grandes corrientes, como es el caso, por ejemplo, del socialismo, el peronismo, el nazismo y demás.

Ahora bien, las formas de gobierno pueden no estar condicionadas por estas ideologías o, por el contrario, ser variantes de ellas.
Es de notar que aquí cambió el sentido de la posición con la que estoy observando el problema: no planteo ideologías, sino formas de gobierno, y dentro de ellas me referiré específicamente a las democracias, excluyendo las desviaciones que practican los estados que se dicen democráticos y no lo son, como el comunista chino, el régimen teocrático iraní, el régimen turco, etc.

¿QUÉ SIGNIFICA DEMOCRACIA?

Democracia significa doctrina política —léase bien: doctrina política— favorable a la intervención del pueblo en el gobierno (según la definición del Diccionario de la Lengua Española).

En nuestro país el sistema de gobierno se proclama democrático, republicano, representativo y federal, con división de poderes en Legislativo, Judicial y Ejecutivo, cada uno con roles específicos y con contrapoderes que fueron diseñados para mantener equilibrios de fuerza, y con una ley superior que es la Constitución nacional (si bien actualmente hay leyes de rango superior a nuestra Carta Magna, dictadas por tratados internacionales, como la ley pro homine, por ejemplo).


Aunque no se puede descartar que en un horizonte próximo o lejano vuelvan a presentarse situaciones tales como revoluciones armadas o contrafácticas que directamente anulen a las democracias, y a consecuencia de ello el poder sea tomado por unas pocas personas, en la actualidad el mayor peligro que enfrentan las democracias se genera en mecanismos internos que se llaman democráticos pero que van minando de a poco su estructura hasta destruirla.

¿CUÁLES SON LOS MECANISMOS?

  • Denostar y perseguir a los periodistas —cuya función justamente es la de informar, opinar y orientar— si no están de acuerdo con ciertas posiciones de gobierno.
  • Deslegitimar a la justicia.
  • Honrar solamente la posición «amigo – enemigo» en relación con el intercambio de opiniones, es decir, aquel que opina distinto de mí no debe ser escuchado, es mi enemigo, y por lo tanto debe ser destruido. No existe el diálogo como forma de acercamiento de posiciones para llegar a intermedios útiles para ambas partes.
    ¿Son demasiadas coincidencias en la Argentina para que las dejemos pasar, o cualquier parecido con la realidad de lo aquí comentado es pura fantasía? El lector en su interior sabrá la respuesta, está en cada uno de nosotros.

Borges en El Aleph concentraba el universo en un punto concéntrico. La imagen, si bien feliz como recurso literario, soslaya el problema de que la humanidad y su historia están en permanente modificación —aparentemente para peor—, y con cada vez más ondas centrífugas por fuera de ese punto que podrían llevarnos a la destrucción del único mecanismo que hoy por hoy parece ser el más adecuado para la convivencia humana con respeto y moderación por el otro: la democracia.

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